Eduardo Pérez*
por Revista Pueblos
Desde el verano de 2005, cuando el Ejército Zapatista de Liberación Nacional sacó a la luz su Sexta Declaración de la Selva Lacandona, el nuevo movimiento se ha ido consolidando poco a poco. Los marginados por el sistema se están viendo, se están hablando y se están preparando para un estallido social que en México parece estar más cerca cada día que pasa.
Para empezar a entender qué es La Otra Campaña sólo hace falta echar un vistazo a la lista de los detenidos en los enfrentamientos con la policía en la batalla campal de mayo de 2006 en el pueblo de San Salvador Atenco. Es posible que sea el único lugar en todo México en el que se pueden encontrar al mismo tiempo campesinos, estudiantes de Economía, telefonistas e indígenas mazahuas. Porque, a diferencia de los tradicionales movimientos revolucionarios, éste no busca en ningún sujeto social concreto el motor de la transformación. No cree que tengan que ser sólo los proletarios industriales, los campesinos o los guerrilleros los que vayan a derrocar a las autoridades y a los capitalistas y tomen las riendas del país. El único requisito es estar ‘abajo’, es decir, no estar colocado en puestos de poder, ‘y a la izquierda’, léase: ser anticapitalista en sus diversas fórmulas.
La Otra Campaña está constituida por personas que, a primera vista, tienen vidas y necesidades diferentes, pero si se les escucha, se comprueba que tienen dos características comunes: su exclusión del sistema social y su conformidad con la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, que les llama a construir una alternativa. Así es como se comprende que ya formen parte del movimiento un cristiano de Chiapas, un campesino de Hidalgo, un músico de son jarocho de Veracruz, una zapoteca de Oaxaca, un preso político de Guerrero, una trabajadora de las maquilas de Puebla, un taxista del Distrito Federal, una trabajadora sexual de Tlaxcala, un trabajador petrolero de Tabasco, un abogado del Estado de México, un chichimeca de Guanajuato, una joven punk de Jalisco, un marxista-leninista de Nayarit, un pescador de Michoacán… Por lo que se ha visto hasta el momento, La Otra Campaña no se queda en la tradicional postura de la izquierda original, según la cual la conquista de los medios de producción es la receta para todos los males. Esa es una meta principal, pero la recuperación de ese radicalismo no ha hecho perder la influencia de los movimientos sociales que protagonizaron la renovación desde mediados del siglo XX, como el feminista o el ecologista. Así, el machismo o la discriminación que padecen los homosexuales o las trabajadoras del sexo están bien presentes en La Otra Campaña. Un adherente del Comité Lésbico Gay de Occidente declaró a la revista Rebeldía que “la discriminación proviene de la izquierda también, y es un reto para La Otra Campaña”. Otro colectivo de gays y lesbianas señala: “Si no tocamos las estructuras más silenciosas del sistema, las que tienen que ver con las libertades para amar a quien queremos amar, para decidir sobre nuestro cuerpo, el cambio no será verdadero”.
A la vez que se intenta esta modificación en la izquierda ‘de siempre’, ‘los nuevos’ también introducen cambios, por ejemplo retomando consignas y aplicándolas a su contexto: las ‘sexoservidoras’ militantes reivindican que “la calle es para quien la ‘talonea”.
La diversidad de gentes también se da en cuanto a diversidad ideológica, siempre dentro de las propuestas alternativas al sistema capitalista. Es el caso del anarquismo, que en México tiene implantación principalmente desde la época de los hermanos Flores Magón, exponentes del radicalismo social de la Revolución Mexicana junto a Emiliano Zapata y Francisco Villa. Los libertarios mexicanos, dispersos por todo el país y sin grandes organizaciones, se han adherido a La Otra Campaña, ya que sus principios concuerdan completamente con el rechazo a los partidos políticos del nuevo movimiento. Sus propuestas suelen incidir en la necesidad de evitar la reproducción de mecanismos autoritarios: “Debemos impedir que La Otra Campaña se convierta en una burocracia”, señala el Colectivo Autónomo Magonista.
Más curioso es que Gloria Arenas, presa por dirigir un grupo armado marxista, coincida con ellos: “No queremos una estructura vertical, centralizada, autoritaria, homogeneizante ni hegemonizante”, pero tampoco una “red amorfa”. Éste parece ser el sentimiento predominante de los adherentes a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona.
En su mayoría, también los partidos (sin registro electoral) y organizaciones de corte leninista se han implicado en La Otra Campaña. Sin embargo, en algunas ocasiones se producen contradicciones, pues en un movimiento cuya base es no luchar por el poder quizá resulte extraño que en muchas reuniones alguien proclame el ya conocido programa de “formar un gobierno provisional que dé paso a una asamblea constituyente”. Más raro todavía resulta observar a los miembros de un grupúsculo colgando en cada uno de los actos públicos su pancarta con los retratos de Marx, Engels, Lenin y lo que ya a muchos adherentes les resulta demasiado indigesto: Stalin.
Más allá de estos detalles, se han producido fricciones de importancia. Un grupo leninista fue duramente criticado cuando abandonó el ‘plantón’ en apoyo de los presos de Atenco para marchar junto a Andrés Manuel López Obrador, líder del Partido de la Revolución Democrática (PRD), supuesta víctima de fraude electoral y objeto de críticas demoledoras de La Otra Campaña por su pasado y presente neoliberal, corrupto y represor. También ha habido polémica en el seno de la insurrección oaxaqueña, donde los partidos han tratado de imponer su ley y desvirtuar el espíritu horizontal del movimiento.
El origen de La Otra
La Otra Campaña surge del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en verano de 2005. Es la última bala de los zapatistas en su afán por juntarse con el pueblo mexicano. Pese a que tuvieron una etapa en la que lo parecían, los insurgentes de Chiapas nunca se han limitado a reivindicar sus derechos como pueblos indios. Siempre intentaron enlazar con el resto de la izquierda, con iniciativas como el Frente Zapatista de Liberación Nacional o la Convención Nacional Democrática. Ninguna funcionó, quizá por la excesiva apertura de la convocatoria, como ha reconocido el propio subcomandante Marcos.
Esta vez es diferente. Se excluye a todos los partidos políticos con registro electoral y se afirma que el objetivo no es sólo reivindicar derechos, sino destruir el sistema político y económico y dar paso a otro modelo en el que sean los de abajo quienes manden. Ideas que han supuesto para el movimiento el desprecio constante del poder político y mediático.
En el terreno organizativo, La Otra Campaña no cuenta todavía con una estructura definida, y de momento la Comisión Sexta zapatista es en la práctica el único portavoz de cara al exterior y un elemento fundamental en la relación entre los distintos territorios. Dicho esto, el movimiento cuenta ya con gran cantidad de asambleas municipales, nutridas básicamente por los grupos de izquierda existentes en cada lugar.
También se da la organización regional, que responde a la estructuración política de México, aunque en el futuro no será así necesariamente, pues ya se ha anunciado que es posible que la demarcación por estados hecha por el México de arriba no tiene por qué coincidir con la que desee el México de abajo, atento también, por ejemplo, al mapa de nacionalidades indígenas. En cuanto a la organización a una escala mayor, los acontecimientos de Atenco propiciaron la celebración de varias asambleas nacionales para tratar el tema, tanto en ese mismo pueblo como en la capital del país.
Actualmente una delegación zapatista compuesta por varios comandantes recorre la geografía nacional, y dentro de poco tiempo se elaborará el Plan Nacional de Lucha, así como la estructuración del movimiento.
El futuro próximo
Desde que cayó el régimen de partido de Estado, los acontecimientos se acumulan en México. Se suceden huelgas, disturbios, rebeliones, fraudes electorales y encarcelamientos masivos. No sería extraño que Felipe Calderón fuera el primer presidente posterior a la Revolución Mexicana que no acaba su mandato. Vicente Fox subió al poder legitimado por haber derribado al PRI. Calderón lo ha hecho manchado de sangre y acusado de fraude. Y además, está la historia. No son pocas las voces que indican la similitud de los acontecimientos del presente con los que abrieron el camino a la Revolución Mexicana. Y las que señalan, como el subcomandante Marcos, que si 1810 dio paso al México independiente y 1910 al México moderno, 2010 inaugurará un México sin capitalismo. La tesis es: el país va a estallar, y mejor será que nos organicemos para que estalle de la manera más pacífica y organizada posible.
Para poner fin a esta introducción a lo que es y representa La Otra Campaña, no se me ocurre nada mejor que reproducir un fragmento del discurso titulado “Hasta morir si es preciso”, pronunciado por el subcomandante Marcos en el Zócalo de México DF el 1 de mayo de 2006. Los lectores y lectoras sabrán entender por qué algunos consideramos que La Otra Campaña es el factor que hoy sitúa a México en primera línea de las luchas populares de todo el mundo: Hemos decidido unir nuestras luchas no para cambiar un gobierno, sino para derrocarlo. No para pedirle a los ricos, sino para sacarlos de este país. Van a salir, los vamos a derrocar, y los zapatistas acostumbramos cumplir con nuestra palabra. (…) Vivos o muertos, presos o en libertad, desaparecidos o en la calle, en la montaña, en el río, en el mar, venimos a repetir lo mismo a los de allá arriba, a los grandes políticos, a los grandes ricos: ¡los vamos a hacer pedacitos a todos! Y las empresas las van a manejar los trabajadores, Telmex la van a manejar los telefonistas. Vamos a quitarle a los terratenientes la tierra, y la van a trabajar los campesinos con buenos precios para sus productos, sin transgénicos, sin químicos, como de por sí trabajamos la tierra los campesinos. Vamos a quitarles la escuela a los funcionarios corruptos, idiotas y mediocres que las tienen y se las vamos a entregar a los universitarios. Vamos a quitarles los bancos a los banqueros. Vamos a quitarles las industrias a los grandes propietarios. Y vamos a quitarles los gobiernos a los malos gobernantes y los vamos a tomar nosotros, ¡a güevo!
(…) Se trata, compañeros y compañeras, que la soledad que sentíamos, el miedo, la angustia, cambie de bando. Que ahora tengan miedo los de allá arriba, que se llenen de angustias y que se caiga la bolsa de valores, y que la única empresa que vea al alza sus ganancias sea la de la línea aérea que tenga vuelos a Miami.
(…) Vamos a cambiar todo esto, juntos, como debe de ser, desde abajo y desde la izquierda. Vamos a ponerle hora, fecha y lugar, para que podamos abrir las puertas de la cárcel y sacar a todos nuestros compañeros que están presos, a nuestras compañeras, a toda la gente pobre que está presa injustamente. Y las puertas van a estar abiertas sólo el tiempo suficiente después para meter a ésos que están allá arriba a la cárcel, que es donde deben estar. Que se junten con los violadores, los narcotraficantes, los multihomicidas, son igual que ellos.
(…) Va a haber democracia de a de veras, la nuestra, la de abajo, no de esos políticos que arriba han convertido la política en una mercancía y su quehacer en una prostitución que se viste de encaje.
(…) Somos La Otra Campaña, están con nosotros trabajadores y trabajadoras sexuales, están con nosotros homosexuales, lesbianas, transgénero. Están con nosotros niños de la calle, trabajadores de la calle, pequeños locatarios, comerciantes informales, comerciantes de mercados. Están con nosotros los pueblos indios. Están con nosotros campesinos sin tierra o en proceso de dejar de tenerla. Están con nosotros obreros, estudiantes, maestros, ancianos. Estamos los feos, los apestosos. Estamos aquí en La Otra Campaña lo mejor de este país, y eso es lo que vamos a hacer.
*Eduardo Pérez es redactor y ex corresponsal en México del periódico Diagonal. Este arículo fue publicado origialmente en la edición impresa de la Revista Pueblos de Junio de 2007.
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